Darío Zstajnszrajber une música y filosofía. El espectáculo, que pasó varias veces por Mar del Plata, regresa mañana con una original propuesta que une a los autores del rock nacional con el pensar reflexivo de la práctica filosófica.
Nuevamente, el espectáculo Desencajados se presentará mañana a partir de las 21 en la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium. Acompañado por un grupo de músicos, el filósofo y conductor Darío Zstajnszrajber propondrá un encuentro que desanda las grandes canciones del rock nacional y lo vincula con la filosofía, su área específica de trabajo. Spinetta, Charly García y Fito Páez y otros autores “dialogan” con Platón, Nietzsche, Derridá, entre algunos de los pensadores evocados.
Desde hace cuatro años, este original espectáculo viene recorriendo diferentes escenarios del país. Atrevida, inteligente, la propuesta apunta a poner a la música argentina al nivel que los grandes discursos filosóficos. “Es un lugar de encuentro de las diferencias, como toda propuesta filosófica no es lineal ni literal, pero convoca a replantearnos metafóricamente muchos de los conceptos que hoy estructuran nuestra subjetividad de un único modo”, dijo ayer Zstajnszrajber a LA CAPITAL.
-¿Qué cambios notás en el espectáculo en el último tiempo?
-Te diría que con el cambio de gobierno de repente lo que nos percatamos es que algunos de los cuadros de Desencajados de algún modo van modificando la relación con el público. No es lo mismo hacer un cuadro donde hacemos de la pregunta el motor de la existencia en una época en la que parece ir constituyéndose un sentir incuestionable, una reivindicación de un pensamiento único y donde la diferencia hoy en día queda más afuera. Cuando nos preguntamos si se puede relacionar la existencia de una manera diferente a la meritocracia, ahí sentimos como una devolución de parte del público mucho más apasionada… mucho más conmovida, mucho más abierta a una realidad en la que parece que hay ciertos valores que ahora se han vuelto como más fundamentales, valores que tienen que ver con la eficiencia, con la productividad y la filosofía es básicamente un saber improductivo, que cuestiona a la ganancias y a la productividad como valores hegemónicos.
-¿Cuál fue tu relación con la música, con el rock?
-Vivo mi adolescencia en la época del retorno de la democracia, es una época en la que hubo un resurgimiento del rock nacional muy fuerte, con muchos protagonistas que ya en los ’70 habían comenzado a desarrollar su arte pero que ya la dictadura en algún sentido había generado una interrupción. La guerra de Malvinas en el ’82 fue clave porque hubo una prohibición de pasar música en inglés y muchos grupos del rock nacional que hasta ese entonces estaban censurados o dejados de lado volvieron a tener aire y se dio una nueva movida del rock que en ese momento fueron cuestionadas por pasatistas como Soda, Virus… Uno hace un análisis y se da cuenta de lo importante que fue en ese momento salir a defender el placer, el baile, el goce de la danza y el divertimento como forma de reacción frente a una sociedad silenciada. Yo viví toda esa época en la secundaria, imaginate que a mí me marcó profundamente y te diría que fue inspirador para dedicarme a la filosofía.